Desde el momento en que se gradúa el facultativo de la escuela de medicina, se percata que deberá ser un "eterno estudiante" y que es inacabable el abanico de sus conocimientos y experiencias. El concepto anterior unas veces provoca hilaridad, otras angustia. La primera porque será necesario ampliar siempre los conocimientos que se apliquen a los pacientes; la segunda porque el facultativo se percata que nunca podrá saber lo que quiere o necesita. En el mejor de los casos, él se encargará de transformar esta idea en voluntad para seguir mejorando su perfil profesional y materializar sus potencialidades como profesional. En este sentido tiene la responsabilidad de ampliar siempre sus conocimientos por medio de la lectura, conferencias y cursos y consultar a sus colegas y el Internet. Al médico saturado de actividades se le dificultará dicha tarea; sin embargo, es una obligación la enseñanza continua como parte integral de la carrera y también se le dará máxima prioridad.