Ningún ser humano tiene mayores oportunidades
ni contrae tantas responsabilidades y obligaciones como el médico. Necesita
grandes dosis de capacidad técnica, conocimientos científicos y comprensión de
los aspectos humanos... Se da por sentado que posee tacto, empatía y
comprensión, ya que el paciente es algo más que un cúmulo de síntomas, signos,
trastornos funcionales, daño de órganos y perturbación de emociones. El enfermo
es un ser humano que tiene temores, alberga esperanzas y por ello busca alivio,
ayuda y consuelo.
Harrison's Principles of Internal
Medicine, 1950
El médico como estudiante perpetuo
Desde el momento en que se gradúa el facultativo de la
escuela de medicina, se percata que deberá ser un "eterno estudiante" y que es
inacabable el abanico de sus conocimientos y experiencias. El concepto anterior
unas veces provoca hilaridad, otras angustia. La primera porque será necesario
ampliar siempre los conocimientos que se apliquen a los pacientes; la segunda
porque el facultativo se percata que nunca podrá saber lo que quiere o necesita.
En el mejor de los casos, él se encargará de transformar esta idea en voluntad
para seguir mejorando su perfil profesional y materializar sus potencialidades
como profesional. En este sentido tiene la responsabilidad de ampliar siempre
sus conocimientos por medio de la lectura, conferencias y cursos y consultar a
sus colegas y el Internet. Al médico saturado de actividades se le dificultará
dicha tarea; sin embargo, es una obligación la enseñanza continua como parte
integral de la carrera y también se le dará máxima prioridad.